Lucas 6:38.......Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.
Quien está enseñando este principio es Jesús y aplica a todas nuestras acciones. Este principio es parecido al de la siembra: "lo que el hombre sembrare, eso recogerá"......La medida, o volumen de lo que tú quieras dar, la recibirás de vuelta, pero apretada y rebosando.
¿Por qué no experimentar, a partir de hoy, el dar a otros de lo que nosotros tenemos, estando seguros de que recibiremos más de lo que dimos, pues es un principio?
El Señor Jesús nos alerta en ese mismo pasaje en no caer en el error de juzgar a otros, pues con esa misma medida de juicio se nos medirá a nosotros. No podemos dar el mal y recibir el bien. Lo que tú hagas con otro, lo recibirás aumentado.
Siendo así, seamos justos, considerándonos a nosotros mismos, antes de medir la actitud de los demás "porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir."
El dar tiene sus reglas. La número uno debe ser dar con mucha alegría, con mucho gozo, pues de lo contrario, no tiene sentido. Dice la Biblia: "Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre."
"Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra." (1 Corintios 9:7)
La número dos: aunque ya aprendimos que recibiremos más de lo que demos, esta no debe ser nuestra motivación. Nuestra verdadera motivación debe ser nuestro Padre celestial que dio a su propio hijo para que tomara nuestro lugar en la cruz y recibiera el castigo y la muerte que era para nosotros.
El apóstol Pablo dijo: "En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir."
El principio de dar tiene su origen en el amor de Dios depositado en nuestros corazones.
Declaración
Padre que estás en los cielos, te doy gracias por Jesús tu hijo, al cual entregaste por mí. Hoy propongo seguir su ejemplo y dar con alegría de lo que he recibido, no esperando nada a cambio. Ruego para que tu gran amor sea en mi corazón
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