viernes, 8 de abril de 2016

Día 99 El principio de la paternidad



2 de Samuel 7:14......Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres;
 
Un principio divino, aunque lo ignoremos, de todas formas, sigue siendo un principio fundamental para nuestras vidas. Jehová es nuestro padre y somos reconocidos hijos legítimos  cuando aceptamos a Jesús como nuestro salvador.

Antes de la venida de Jesús todos los seres humanos estábamos lejos de las promesas y de los pactos con Dios: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.” (Romanos 3:23).

No éramos considerados hijos de Dios, pues su palabra dice en 1 de Juan 2:8 ” El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.”

Al participar Jesús de nuestra naturaleza humana, y no cometer ningún pecado, venció al diablo, el cual tenía el dominio sobre todos los pecadores. Al resucitar, Jesús demostró que lo mismo ocurriría con todos aquellos que crean en su sacrificio expiatorio.

Hebreos 2:14 ”Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.”
 
Los mismos beneficios que son para Jesús, el hijo del Dios Padre, por derecho de paternidad serán nuestros si tan sólo nos arrepentimos sinceramente de nuestros pecados y aceptamos el llamado a ser hijos de Dios.

La Biblia dice en el evangelio de Juan 1:12: “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”

Usted,  si aún no lo ha hecho, debería arrepentirse sinceramente de todos sus pecados y, en este instante, aceptar a Jesús como su único y suficiente salvador, para que sea considerado un verdadero hijo de Dios y estar bajo su paternidad.

Declaración
Renuncio a toda forma de pecado. Me arrepiento de haber ofendido a mi creador. Recibo a Jesús en mi corazón, en mi hogar y quiero, en este día, estar bajo su paternidad y ser considerado hijo de Dios.


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