viernes, 4 de marzo de 2016

Promesa día 64 Él levantará al pobre y al menesteroso


1 de Samuel. 2:8....... Él levanta del polvo al pobre, y del muladar exalta al menesteroso, para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor. Porque de Jehová son las columnas de la tierra, y él afirmó sobre ellas el mundo. Él guarda los pies de sus santos, mas los impíos perecen en tinieblas; porque nadie será fuerte por su propia fuerza.

Hay una promesa para el pobre y el menesteroso. Dios promete levantarle de la condición en que se encuentre y darle una posición de Honor.

En las escrituras es frecuente encontrar ejemplos de cómo Dios levanta a personas pobres, que no pertenecen a una clase social privilegiada, o que han sido rechazadas por su nacionalidad, o por su condición de hijos ilegítimos, a una posición de reyes o padre de reyes en esta tierra.

Tal es el caso de hombres como Jefté, el cual era un guerrero de Galaad, pero era hijo de una prostituta y de un hombre llamado Galaad. La esposa de Galaad tenía varios hijos y cuando crecieron no aceptaron a Jefté. 

Todos los hijos obligaron a Jefté a salir del pueblo y le dijeron: «Tú no vas a recibir ninguna de las posesiones de nuestro padre, eres hijo de otra mujer».  Así que Jefté se alejó de sus hermanos y se fue a vivir a la región de Tob, donde reunió una banda de delincuentes que lo seguía.

Después de un tiempo, los amonitas pelearon contra Israel.  A causa de la lucha entre amonitas e israelitas, los ancianos líderes de Galaad fueron a buscar a Jefté en la región de Tob. Le dijeron a Jefté: Queremos que seas el comandante de nuestro ejército para poder pelear contra los amonitas.

Dios levantó del polvo a Jefté a una posición de gobierno.

Y levantó a mujeres como Rut, menospreciada por su nacionalidad y por sus creencias paganas, pero al volverse al único y verdadero Dios de su descendencia vino el rey David y con él la promesa del salvador de la humanidad, Jesús.

No interesa cuál sea nuestra condición ante los hombres, o la sociedad en medio de la cual vivimos. No interesa cuál sea nuestra condición de pecado, dónde vivimos ni de quién somos hijos, si nos volvemos al Padre y creador nuestro, por medio de Jesús, Él nos levantará de la condición en que nos encontremos.

Declaración 
Gracias Padre por Jesús, tu hijo, por medio del cual me brindas tan hermosas promesas como esta. No tendrás en cuenta mi condición pecadora, me perdonarás, me levantarás y me sentarás con tus príncipes, y tendré herencia con los santos.

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