miércoles, 16 de marzo de 2016

Promesa día 76 Tendremos libre entrada a su habitación.



Hebreos 10:19.........Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.

Una de las habitaciones de la casa de Dios en los cielos recibe el nombre de "lugar Santísimo." En ese lugar no puede entrar nadie en pecado. Hay unos ángeles que impiden el libre acceso a ese lugar, no por la seguridad de Dios, como hacen nuestros gobernantes, quienes requieren guardaespaldas. Lo hacen por la seguridad del ser humano, pues nadie que no sea santo podrá entrar y quedar vivo.

Dios es como el fuego y nosotros, cuando estamos pecando, somos como el papel, si nos acercaremos en esa condición, nos quemaríamos.

La promesa de Dios para este día es que tendremos libre entrada hoy mismo a esa habitación tan especial. Usted dirá ¿cómo, si soy un pecador(a)?  Soy como el papel ante e fuego. La respuesta es por la sangre de Cristo. 

Al aceptar a Jesús como Señor y Salvador, creer en su sacrificio y arrepentirnos de todos nuestros pecados, su sangre derramada limpiará nuestros pecados, los borrará y se convertirá en un salvoconducto para entrar al lugar santísimo.

Las escritura mencionan que Jesús, además de ser el Gran Sacerdote sobre la casa de Dios, es nuestro único intercesor. Él intercede ante el Padre a favor nuestro.

El consejo dado por Pablo dice: "acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura." (Hebreos 10: 22)

Esta acción de lavar los cuerpos significa que, al leer las escrituras y meditar en ellas, bajo la inspiración del Espíritu Santo, después de haber creído  en Jesus, la palabra actuará en nosotros como el agua al bañarnos cada mañana.

No hay excusa alguna para no acercarnos a nuestro creador hoy mismo. Tenemos, primero que todo, libre acceso a presencia; tenemos un intermediario, un intercesor en los cielos y, aquí en la tierra, tenemos su palabra que es su espíritu. Si tienes su palabra, lo tienes a Él.

Declaración 
Creo que la sangre derramada por Jesús limpió todos mis pecados. Creo que su palabra, cuando la leo y medito en ella, cada día, me limpia. Creo que me puedo acercar confiadamente a Dios  y cuando oro de rodillas, estoy en su presencia, en el lugar santísimo

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