Isaías 49:1.......Oídme, costas, y escuchad, pueblos lejanos. Jehová me llamó desde el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria. Y puso mi boca como espada aguda, me cubrió con la sombra de su mano; y me puso por saeta bruñida, me guardó en su aljaba; y me dijo: Mi siervo eres, oh Israel, porque en ti me gloriaré.
Dios tiene un propósito, un plan, una promesa para ti, desde antes de nacer, estando en el vientre de tu madre, ya él pensó en ti. Otra realidad es que hay un ser maligno que se opone a los planes de Dios. Desde el momento en que la madre está embarazada, este enemigo no quiere que ese bebé nazca.
Quiere separar al padre de la madre, por medio del pecado de infidelidad. Si lo logra, la personalidad del nuevo ser será marcada por falta de la figura paterna o materna.
La Biblia dice: "conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres." (Juan 8:32)...Cuando tú conoces quién en realidad eres: "un hijo o hija de Dios," las cosas cambian. Comprendes por qué el enemigo de nuestras almas, el diablo, quiso que tu madre abortara, y tus padres se separaran. Eres un peligro para él y su reino.
Dice la promesa del Señor: "Te he puesto para luz de los gentiles, a fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra.” (Hechos 13:47. Sería bueno que te levantaras, en el nombre de Jesús, del estado de depresión o desánimo donde te ha colocado el enemigo de nuestras almas, abrieras una ventana o te asomaras a un balcón y digas como el profeta:
"Oídme, costas, y escuchad, pueblos lejanos. Jehová me llamó desde el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria. Y puso mi boca como espada aguda, me cubrió con la sombra de su mano; y me puso por saeta bruñida, me guardó en su aljaba; y me dijo: Mi siervo eres, oh Israel, porque en ti me gloriaré." (Isaías 49:1)
Salmos 2: 7-8 dice: Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, Y como posesión tuya los confines de la tierra.”
Quita el nombre Israel y coloca el tuyo. Confiesa quién eres en realidad.
Si tienes hijos, confiesa, desde este momento, quiénes son ellos: “He aquí, yo y los hijos que me dio Jehová, somos por señales y presagios en Israel, de parte de Jehová de los ejércitos, que mora en el monte de Sion.” (Isaías 10:18).
Declaración
Gracias, Señor, por tener mi nombre en cuenta desde antes de la fundación del mundo. Gracias por traer liberación y salvación a mi vida por medio de tu hijo Jesús. Gracias por hacerme entender quién soy en realidad: ¡un hijo tuyo! Gracias por los planes que tienes conmigo y mis hijos.
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