martes, 31 de mayo de 2016

Día 151 Doctrinas de hombres


Mateo 9: 8.......Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres. 

La Palabra de Dios nos advierte sobre otros tipos de doctrinas que no provienen de Dios. Son mandamientos y doctrinas de hombres.

Las doctrinas de hombres fueron censuradas por el Señor, quien para descalificarlas citó a Isaías: "En vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres" (Marcos. 7:6,7). Los hombres suelen elaborar doctrinas aparentemente piadosas, pero que generan divisiones y enfermedad espiritual.

Los fariseos y saduceos tenían doctrinas muy elaboradas, que Jesús calificó de levadura por su efecto contaminante.(Mateo. 16:6).

Estas doctrinas humanas pueden infiltrarse en la iglesia del Señor. En Colosas, donde pretendían infiltrar doctrinas humanas, los creyentes reciben la advertencia apostólica: "Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres y no según Cristo." (Colosenses. 2:8). 

El apóstol señala con claridad la diferencia entre las doctrinas elaboradas por tradiciones humanas y la de Cristo. La doctrina humana puede ser permisiva o restrictiva. 

"¿Por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: "No manejes, ni gustes, ni aun toques (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso?" (Col. 2:20-22).

La doctrina falsa, restrictiva o permisiva, siempre es perniciosa y abre el camino al libertinaje. El hombre no elabora doctrinas saludables sino enfermizas y contagiosas.

"Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos" (Romanos 16:17). Estas doctrinas producen divisiones entre los hermanos y tropiezos en la marcha de la vida espiritual de todo el cuerpo de Cristo.

Declaración 
Declaro que me apartaré de todo aquel que causa división y tropiezo en contra de la palabra de Dios y de la iglesia. Sólo escucharé la sana doctrina. No prestaré mi casa ni mis oídos para escuchar palabras que ofendan a mi Dios.

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