miércoles, 15 de junio de 2016

Día 166 El altar del incienso

Éxodo 30:1.......Harás asimismo un altar para quemar el incienso; de madera de acacia lo harás.......y lo cubrirás de oro puro, su cubierta, sus paredes en derredor y sus cuernos; y le harás en derredor una cornisa de oro.




Recordamos que la madera tipifica la naturaleza humana de Jesús. Él era un verdadero hombre nacido de una mujer pero, al mismo tiempo, es Dios que se hizo hombre por amor a nosotros con el fin de redimirnos; de ahí la cubierta de oro, representando su deidad

.

El altar del incienso, llamado también altar de oro, estaba ubicado dentro del lugar Santo, junto al velo que separaba del lugar santísimo. El carbón encendido, utilizado para hacer quemar el incienso, era tomado del altar del sacrifico (llamado también altar del sacrificio o de bronce).



Encontramos aquí una primera e interesante aplicación: el altar de oro tipifica a Jesús nuestro único intercesor, pues el incienso quemado representa las oraciones, la intercesión continua por los seres humanos en pecado, las lágrimas derramadas y la adoración al Padre hechas por Jesús.



El salmo 141:2 dice: "Suba mi oración delante de ti como el incienso, El don de mis manos como la ofrenda de la tarde.”   Y Apocalipsis 5:8 dice: "…todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos."

El incienso también tipifica las oraciones de los creyentes a favor de aquellos que están en aflicción, o tienen una lucha contra el pecado y necesitan conocer del amor de Dios.

Así como el fuego tomado del altar del sacrificio encendía el altar del incienso, el motivo de nuestra alabanza, de nuestra oración e intercesión, debe ser el sacrificio de Cristo.


Observe que los sacerdotes debían mantener encendido siempre el altar del sacrificio, el altar del incienso y las lámparas. De igual forma, nosotros debemos mantener vivo el fuego en nuestros corazones, el cual fue encendido por vez primera el día que el sacrificio de Jesús nos fue revelado.

Debemos mantener la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas (el aceite) y el orar en todo tiempo a favor de nuestro prójimo (él incienso).




Declaración
Declaro, en el nombre de Jesús, mi redentor, que mantendré encendido el altar en mi corazón. Nunca se apagará el fuego y nunca faltará la presencia de su Santo Espíritu  en mí. Oraré en todo tiempo, adorando a mi Dios e intercediendo a favor de los que no le conocen  aún

No hay comentarios:

Publicar un comentario