Números 17:1........Luego habló Jehová a Moisés, diciendo:
Habla a los hijos de Israel, y toma de ellos una vara por cada casa de los padres, de todos los príncipes de ellos, doce varas conforme a las casas de sus padres; y escribirás el nombre de cada uno sobre su vara.
Moisés fue escogido por Dios para libertar a los cautivos en Egipto. Al comienzo él se negó. Utilizó varios argumentos pero, al final, aceptó. Dios también escogió al hermano de Moisés, Aarón, como sacerdote. Sin embargo, el pueblo se le opuso, creando una gran contienda.
Para solucionar tal contratiempo, el Señor pidió que cada príncipe (eran doce) trajera una vara seca. La vara que, después de un día, diera flores y fruto, sobre tal persona sería el misterio sacerdotal de ese tiempo.
Pasado un día, la vara de Aarón floreció, dio hojas y frutos, confirmando así el ministerio de este hombre. Números 17:8 dice: "Y aconteció que el día siguiente vino Moisés al tabernáculo del testimonio; y he aquí que la vara de Aarón de la casa de Leví había reverdecido, y echado flores, y arrojado renuevos, y producido almendras."
Esta vara debía guardarse en el arca del testimonio que se encontraba en el lugar santísimo como prueba de sobre quién estaría el sacerdocio. Pasaron siglos y, siempre que abrían el arca, ahí se podía observar la vara que reverdeció y dio frutos (nunca se marchitó) y el pan que descendió del cielo y nunca se envejeció.
Esta vara es tipo de Jesús que, como esa vara seca, murió y luego resucitó dando frutos hasta el día de hoy usted y yo somos uno de esos frutos.
En cierto sentido, cada creyente debe ser también como esa vara. Cuando llegamos a Cristo, llegamos secos. Al tener un encuentro con él, reverdecemos y damos frutos.
Todo verdadero creyente debe dar frutos. El libro de Gálatas 5:22 dice: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.”
En otro aparte dice en Mateo 7:15 "Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos. Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos.
Declaración
Gracias, Señor, por Jesús que resucitó de entre los muertos y hoy lleva mucho fruto como aquella vara que reverdeció y luego dio frutos. Gracias también por la promesa de nuestra resurrección
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