miércoles, 29 de junio de 2016

Día 180 El día de Expiación



Levítico 16:6.......Y hará traer Aarón el becerro de la expiación que es suyo, y hará la reconciliación por sí y por su casa.

La palabra expiación es un término griego que refleja la idea fundamental de restablecer la relación con Dios, interrumpida a causa de nuestro pecado y el de nuestros antepasados de modo que cuando hubo una separación ésta pueda ser eliminada por el proceso de quitar el pecado, y producir la reconciliación. 

La palabra "expiación"  asociada con "propiciación",   implica que el sacrificio de Cristo en la cruz constituyó una justificación  para un Dios ofendido. Este concepto refleja la idea de entregar un sustituto  con el fin de evitar su castigo y que Dios se ha reconciliado con nosotros. (La condición es creer, pues de otra manera no obra para salvación).

Los ritos y eventos en el tabernáculo eran símbolos de la obra de redención hecha por Jesucristo.

El Día de Expiación era el día más importante del año para los israelitas. En este día el sumo sacerdote llamado Aarón, tenía que ministrar solo; ningún otro podía estar en el tabernáculo. (Esto es un tipo de la obra de Jesús).

Cristo tenía que expiar el pecado solo; ninguno le tenía que ayudar ni acompañar en su tarea.  

En ese día el sumo sacerdote entraba hasta la misma presencia de Dios. Esto representa su misericordia, porque en los otros días no podía acercarse así.  

Ese día era la única vez en el año que un sacerdote podía entrar en el lugar santísimo; solamente Aarón, es decir, el sumo sacerdote, podía entrar allí.  Y había cierta manera específica en que él podía entrar en la presencia de Dios. Todas las otras formas terminaban con la muerte.

El sumo sacerdote se quitaba la vestidura hermosa, se lavaba y se vestía solamente con ropa interior blanca y encima una túnica blanca. Esto tipifica a Jesús que se quitó su vestidura de Rey, su corona, se despojó de quién Él era y se vistió como hombre (se hizo siervo siendo Dios).

Recuerde, Jesús es Dios. Él se quitó su vestidura de rey y se colocó la de un hombre común. Siendo inocente, tomó para sí nuestros pecados y se ofreció como cordero para el sacrificio. Cristo vino a la tierra y tomó la forma de hombre; se despojó de su gloria celestial durante el tiempo de su humillación.

El sacerdote hacía sacrificio por él y por su familia, pues reconocía su pecado. Nadie puede avanzar sin antes confesar y arrepentirse de haber ofendido a Dios con sus pecados.

El sumo sacerdote entraba en el lugar santísimo con incienso y con sangre del becerro y la rociaba 7 veces delante del arca y el propiciatorio, tipificando la sangre de Jesús sobre nosotros. En ocasiones, el Señor nuestro Dios desearía castigarnos por nuestras diarias ofensas, mas él mira y lo que él ve es la sangre de Cristo sobre nosotros y dice "mi hijo murió por él" y nos perdona.

En ocasiones, el diablo quisiera destruirnos, o enfermar nuestro cuerpo, o tal vez despojarnos de nuestras vestiduras, pero al acercarse a nosotros no puede. La sangre de Jesús le hace huir.

 Los israelitas tenían que ofrecer esos sacrificios cada año; pero Cristo se ofreció sólo una vez para siempre.  Su sacrificio es eficaz y no tiene que ser repetido.

Declaración 
Gracias mi Señor Jesús por cargar con mis pecados, mis enfermedades y todas las maldiciones que sobre mi existían. Gracias por tomar mi lugar en la cruz expiando mi culpa. Te ruego que vengas a mi vida. Quiero ser tu hijo.

Día

No hay comentarios:

Publicar un comentario