Levítico 6:12.......Y el fuego encendido sobre el altar no se apagará, sino que el sacerdote pondrá en él leña cada mañana, y acomodará el holocausto sobre él, y quemará sobre él las grosuras de los sacrificios de paz.
El holocausto era un sacrificio de un cordero o becerro, o paloma en el que la víctima se consume totalmente sobre el fuego del altar, sin que ninguna de sus partes sea reservada para otros fines.
Romanos 12:1 dice: "Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.”
La Palabra de Dios nos exhorta presentar “nuestros cuerpos”, lo cual implica también nuestra acción en el mundo visible o tangible, ya que el ser humano se expresa a través de su cuerpo, para lo bueno, o para lo malo.
Nuestro “culto racional”, es decir, nuestra manera de vivir como cristianos, no debe ser ausente del testimonio exterior.
Los antiguos ofrecían animales a Dios por sus vidas, siguiendo la ley de Moisés. Ahora nos ofrecemos a nosotros mismos, vivos a Dios, según la ley de Cristo.
En Romanos 6:19 leemos:…"así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la impureza y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia."
Por lo tanto, entendemos que nuestra manera de vivir en Cristo, debe ser en total dedicación a la voluntad de Dios. Nos hemos de ofrecer del todo a Dios.
Nuestro “culto racional” deberá ser agradable a Dios, por lo tanto deberá manifestar un testimonio de santidad, visible a todos, vidas santas, que den honor a Dios por el fruto visible que aporten.
En Gálatas 2: 20 dice "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne [en el cuerpo], lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí."
El mejor sacrificio, la mejor ofrenda, que podemos ofrecer a Dios somos nosotros mismos.
Declaración
Señor mi Dios, en este día te entrego todo mi ser: espíritu, alma y cuerpo como un sacrificio agradable para ti. Propongo guardarme de pecar. Ruego, en el nombre de Jesús, tu hijo, para que tu santo Espíritu me guíe, me redarguya y me dé una fuerza superior para vencer las tentaciones
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