jueves, 23 de junio de 2016

174 El sacerdote


Éxodo 30:30........Ungirás también a Aarón y a sus hijos, y los consagrarás para que sean mis sacerdotes.


Dios ordenó que se ungiera a Aarón y a sus hijos como sacerdotes. Un sacerdote es uno llamado a  interceder por sus hermanos, es un mediador entre Dios y los hombres, es uno que también conduce al pueblo a adorar a Dios, y  además le enseña la palabra. Esto tipificaba el sacerdocio de Jesús, nuestro sumó sacerdote, quien intercede por nosotros. Él es el único intercesor en los cielos.

Luego de la resurrección de Jesús, Él ascendió a los cielos (Hechos 1), pero antes, estableció un sacerdocio terrenal. En 1 de Pedro 2:4 dice: "Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido  por Dios para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a  su  Luz admirable."

Apocalipsis 1:5 dice: "el que nos ama, nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre, a Él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amen."

El sacerdocio de Aarón, también llamado levítico, duró hasta la llegada de Jesús. Ahora Cristo es nuestro Sumo Sacerdote por siempre, y aquí en la tierra, Él estableció un nuevo sacerdocio donde no hay Sumo  sacerdote.

Timoteo 3:2 dice en cuanto a los requisitos actuales para ser sacerdote: "Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro;
que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad."

Dice Hebreos 9:11 "Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención."

"Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?”

Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna."

Declaración 
Gracias damos a  Dios el Padre por Jesús, su hijo, nuestro redentor, al cual constituyó como Sumo Sacerdote e intercesor nuestro por medio de su sangre derramada para el
 Perdón de nuestros pecados.



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